Los vecinos de El Cruce
MARÍA FERNÁNDEZ DÍAZ (-)
María "El Mancu" era natural de Campañones, Corvera.
Siempre valorada entre los vecinos por su valentía ya que, a consecuencia de la Guerra Civil, sufrió la expatriación a Puigxardá pudiendo, años más tarde, volver a Asturias.
Fue trabajadora de la Fábrica de explosivos de Coruño y se dedicaba, junto con su vecina Sofía, a llevar en un carro la leche para vender en Oviedo.
Además de ir por las romerías vendiendo avellanas, manzanas, caramelos y tabaco, el día diez de cada mes, que era día de paga, se acercaba también a la mina de Villabona para ofrecer sus productos a los mineros.
Tuvo un hijo, José María, que también aparece en el mural.
María "El Mancu" era natural de Campañones, Corvera.
Siempre valorada entre los vecinos por su valentía ya que, a consecuencia de la Guerra Civil, sufrió la expatriación a Puigxardá pudiendo, años más tarde, volver a Asturias.
Fue trabajadora de la Fábrica de explosivos de Coruño y se dedicaba, junto con su vecina Sofía, a llevar en un carro la leche para vender en Oviedo.
Además de ir por las romerías vendiendo avellanas, manzanas, caramelos y tabaco, el día diez de cada mes, que era día de paga, se acercaba también a la mina de Villabona para ofrecer sus productos a los mineros.
Tuvo un hijo, José María, que también aparece en el mural.
MARÍA CONSUELO MENÉNDEZ VÁZQUEZ (1906-1984)
Natural de Severies, Consuelo, como tantas niñas de su época, no tuvo una infancia fácil; ayudaba en casa y en el campo haciendo tareas desde muy pequeña.
Se levantaba a las cinco de la mañana para ir al monte, a una finca que tenían en "El Cierru los Pinos". Allí sacaba unas cuantas patatas necesarias para hacer la comida, que tenía que estar lista a tiempo para llevarla a la "los hombres" que trabajaban fuera de casa.
De la que regresaba de sacar las patatas aprovechaba para ir recogiendo por el camino cotoyas y palos que iba metiendo en un saco y con los que más tarde servirían para encender la lumbre para cocinar.
Guardó siempre en la memoria el recuerdo de haber presenciado el eclipse de sol total que ocurrió en 1912. Aquél del que decían "sería el fin del mundo", aquel día en el que las gallinas se habían guardado a medio día.
A la edad de catorce años se casó con Manuel Pérez Muñiz, vecino de La Quintana, a donde se fue a vivir.
Pasados unos años se trasladó a la que hoy en día se conoce como "Casa Xuan", en el barrio de El Cruce. Su suegro se había casado en segundas nupcias con la tía Laura, propietaria de esa casería.
Tuvo cuatro hijos, dos de ellas representadas en el mural: Luz y Veva.
El resto de su vida la dedicó a cuidar de ellos, las labores de la casa y la casería. Las vacas y especialmente catarlas, siempre fue tarea de mujeres.
Natural de Severies, Consuelo, como tantas niñas de su época, no tuvo una infancia fácil; ayudaba en casa y en el campo haciendo tareas desde muy pequeña.
Se levantaba a las cinco de la mañana para ir al monte, a una finca que tenían en "El Cierru los Pinos". Allí sacaba unas cuantas patatas necesarias para hacer la comida, que tenía que estar lista a tiempo para llevarla a la "los hombres" que trabajaban fuera de casa.
De la que regresaba de sacar las patatas aprovechaba para ir recogiendo por el camino cotoyas y palos que iba metiendo en un saco y con los que más tarde servirían para encender la lumbre para cocinar.
Guardó siempre en la memoria el recuerdo de haber presenciado el eclipse de sol total que ocurrió en 1912. Aquél del que decían "sería el fin del mundo", aquel día en el que las gallinas se habían guardado a medio día.
A la edad de catorce años se casó con Manuel Pérez Muñiz, vecino de La Quintana, a donde se fue a vivir.
Pasados unos años se trasladó a la que hoy en día se conoce como "Casa Xuan", en el barrio de El Cruce. Su suegro se había casado en segundas nupcias con la tía Laura, propietaria de esa casería.
Tuvo cuatro hijos, dos de ellas representadas en el mural: Luz y Veva.
El resto de su vida la dedicó a cuidar de ellos, las labores de la casa y la casería. Las vacas y especialmente catarlas, siempre fue tarea de mujeres.
JOSÉ MARÍA CUESTA FERNÁNDEZ (1920-2011)
Un trabajador incansable, trabajó durante nueve años en la mina de Villabona y también en la Fábrica de Cerámicas Guisasola.
Además compaginaba su trabajo con la siega de las caserías de la zona.
Siempre dispuesto a echar una mano a los familiares y vecinos en las tareas propias de sus caserías.
Amante de los deportes, destacaba por su destreza jugando a los bolos y por supuesto al football.
También disfrutaba mucho de los baños en el mar o en el río siempre que tenía ocasión.
MARÍA LUZ PÉREZ MENÉNDEZ (1923-1989)
Fue la primogénita de los cuatro hijos de la familia de Casa Xuan.
Amante de la jardinería, alrededor de su casa simpre podías encontrar las plantas en flor.
Era conocida también por ser muy buena cocinera, tarea de la que disfrataba mucho. Su arroz con leche era inigualable.
De su matrimonio con José María tuvo dos hijas, una de ellas aún vecina del barrio.
Un trabajador incansable, trabajó durante nueve años en la mina de Villabona y también en la Fábrica de Cerámicas Guisasola.
Además compaginaba su trabajo con la siega de las caserías de la zona.
Siempre dispuesto a echar una mano a los familiares y vecinos en las tareas propias de sus caserías.
Amante de los deportes, destacaba por su destreza jugando a los bolos y por supuesto al football.
También disfrutaba mucho de los baños en el mar o en el río siempre que tenía ocasión.
MARÍA LUZ PÉREZ MENÉNDEZ (1923-1989)
Fue la primogénita de los cuatro hijos de la familia de Casa Xuan.
Amante de la jardinería, alrededor de su casa simpre podías encontrar las plantas en flor.
Era conocida también por ser muy buena cocinera, tarea de la que disfrataba mucho. Su arroz con leche era inigualable.
De su matrimonio con José María tuvo dos hijas, una de ellas aún vecina del barrio.
JOSÉ RUÍZ RODRÍGUEZ ( 1882- 2 de mayo de 1974)
Conocido por los vecinos por "Suárez", recibió este apodo por llevar la casería, que aún hoy en día se sigue conociendo como Casa Suárez. Nació a finales del S. XIX, era una persona alta y delgada que fue padre de cuatro hijos, uno de los cuales falleció al nacer. Enviudó joven, cuando la primera de sus hijas apenas contaba con cinco años de edad. Su esposa falleció a causa de la gripe, lo que por aquél entonces se denominó "el mal de moda".
Trabajó en la construcción del campo de aviación de La Morgal, en la fábrica de explosivos de Coruño y, claro está, al cuidado de su familia y casería.
En el día a día e incluso para trabajar, era muy habitual el uso de las madreñas pero, en la fábrica de explosivos no podían ponerles clavos en los tacos ya que el roce del metal con el suelo podía provocar incendios o explosiones debido al contacto de este con el material inflamable.
Sus vecinos le recuerdan ya de mayor por su afición a jugar a las cartas con los chavales del pueblo. Yo apenas le recuerdo, era mi bisabuelo, pero guardo en la retina la imagen de él sentado en el banco verde del portal ofreciéndome caramelos de eucalipto.
RICARDO DÍAZ SUÁREZ ( 25 de octubre de 1915 - 22 de marzo de 1998)
Nació en El Socavón, en Casa La Molinera. Huérfano de padre, su madre falleció al poco de nacer, por lo que fue criado por la familia de su madre. Le tocó vivir la guerra y las penurias posteriores de la posguerra. Se trasladó a vivir a El Cruce cuando se casó con Amparo y allí compaginó su vida con el trabajo en la casería y la fábrica de Cerámicas Guisasola "La Estufa". Una de sus dos hijas recuerda que solicitó para los obreros una parada de autobús en El Cruce para que los obreros no tuvieran que ir caminando hasta la fábrica cuando llovía.
Con mucho esfuerzo, logró junto con su mujer, comprar la casería.
Siempre fue una persona emprendedora a la que le encantaba leer y estar al tanto de la actualidad. Era un fiel seguidor del Oviedo, especialmente de "Herrerita". Era mi abuelo.
AMPARO RUÍZ GARCÍA (20 de octubre de 1914 - 28 de junio de 2001)
Fue la primogénita de José, huérfana de madre desde los cinco años, le tocó llindar desde muy pequeña y andar delante de les vaques.
De joven, iba a vender a la plaza de abastos de Posada conejos y hortalizas. En casa cosechaban remolacha azucarera, producto que en aquella época enviaban con carros hasta el tren en Lugo de Llanera para después descargarlo en la las fábricas azucareras implantadas en Asturias entre 1853 y 1957, en este caso en la que estaba en Gijón. Las fincas de cultivo eran las que en la actualidad se celebran las Fiestas de El Cruce.
El ganado también dependía de ella cuando su marido estaba en la Estufa. Siempre le gustaron los animales, los gatos nunca faltaban en casa y le gustaba tener a sus vacas relucientes.
Le encantaba escribir y anotar en su cuaderno cuando cambiaba el menguante para poder sembrar, cuando había parido una vaca o las fechas señaladas de la vida familiar. Fue madre de dos hijas que hoy en día viven en El Cruce al lado de la casería familiar. Era mi abuela.
JUVENTINO MARTÍNEZ MARTÍNEZ (29 de octubre de 1911- 23 de marzo de 1989)
Tino, nació en Pola de Somiedo, sufrió las penurias de la guerra. Trabajó como criado en la Torre de San Cucao y en la Fábrica de Cerámicas Guisasola, conocida como "La Estufa". Además, el matrimonio tenía un par de vacas y una huerta; las vacas eran cosa de Tino y la huerta, de su esposa Sofía.
Gran aficionado al ajedrez, enseñó a jugar a todos los niños del barrio y buscaba rápidamente la revancha si por casualidad perdía, cosa que no solía suceder.
SOFÍA RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ (30 de diciembre de 1916- 24 de abril de 1993)
Natural de Bonielles, llevaba la leche a vender a Oviedo en un carro con su vecina María "El Mancu".
Se casó con Tino ya de mayor y no tuvieron hijos.
Atendía la casería y trabajaba su huerta en la zona conocida como "La Ería", cerca de su casa.
Cada día se acercaba al Bar El Cruce a leer el periódico y gustaba de enseñar curiosidades de las noticias a los niños que venían por allí.
MARÍA CRUZ ÁLVAREZ MARTÍNEZ (1931-2021)
Nació el 3 de mayo del año 1931 en la capital asturiana aunque después se trasladó al pueblo de San Cucao.
Fue madre de cinco hijos; cuatro varones y una niña.
A pesar de ejercer el papel de madre y cumplir con todas las tareas que eso conllevaba en aquella época nunca dejó de lado los quehaceres que mas le gustaban, entre sus pasatiempos preferidos estaba la lectura, sobre todo, acerca de temas relacionados con la medicina.
Le gustaba lo textil por lo que tejía jerseys a máquina. Su familia le había regalado un piano del cual disfrutó mucho, practicaba partituras que luego compartía con sus visitas.
Fue una mujer llena de vida e inquietudes pues sus ganas por aprender y conocer nunca cesaron.
MANUEL PRADO CARRIL (1929-2002)
Nació el 9 de marzo de 1929 en las casas del Trigo de Coruño, parroquia de Cayés,
Su familia tenía una serrería, carpintería, ebanistería conocida como "El Caxeru" ya que se dedicaban, entre otras cosas, a hacer cajas para los difuntos.
Padre, junto a Mari Cruz, de cuatro varones y una niña.
Carpintero y ebanista de profesión, los restos de su antigua carpintería aún hoy en día se encuentran ubicados en la pared trasera del mural.
Sus vecinos le recuerdan como una persona alegre y dicharachera siempre con la canción en la boca.
MARÍA CONSUELO GENOVEVA PÉREZ MENÉNDEZ (4/VIII/1934 -5/VIII/2015)
Veva fue la última de los cuatro hijos de Consuelo y Manuel.
De niña asistió a la escuela con Dña. Inés, una profesora que daba clases a muchos niños en un local próximo a la farmacia de Posada de Llanera, en la Ctra. de San Cucao.
Allí asistía a clases hasta la hora del recreo; a esa hora la iban a buscar para que fuera a llevar la comida a su padre, a su abuelo y a José Suárez, vecino del Cruce y también representado en el mural, que trabajaban haciendo el campo de aviación. Hoy en día conocido como Aeródromo de La Morgal.
De las miles de vivencias contadas a su familia, recuerdan que de tanto que le pesaba la cesta de la comida, Olivina "de Casa El Dios", siempre la ayuda a acarrearla.
A la edad de veintidós años se casó con Firme.
Tuvo dos hijos y unos partos muy difíciles que superó sin medios médicos, el primero una hija que venía de nalgas y el segundo, un hijo que nació después de un parto de tres días.
Tenía una memoria excepcional para recordar historias "de los de antes" y una inquietud extraordinaria por todo lo relacionado con las labores de aguja y especialmente por el difícil arte de los bolillos.
Aprendió a tejer de niña con las varillas de un paraguas, y sabía miles de puntos que enseñaba a cualquiera que quisiera aprender, siempre con una paciencia y un humor infinitos.
FERMÍN SUÁREZ MARTÍNEZ (1927-2012)
Nació en "Casa Chinta", en Tuernes el Pequeño, parroquia de San Cucao.
Fue el primero de cuatro hermanos.
La guerra la vivió de niño y de ella arrastró algún que otro trauma.
En la escuela de Ablaneda recibió sus primeras lecciones junto con niños de distintas edades y a los catorce años ya comenzó a trabajar en Cerámicas Guisasola.
Allí, por mediación de uno de sus compañeros de trabajo, Ricardo Suárez, conoció a la que sería su futura esposa: Veva de "Casa Xuan", a donde se trasladó a vivir.
Para poder celebrar su boda se vieron en la necesidad de vender un trozo de terreno colindante a la casa, lugar que hoy en día ocupa la antigua vivienda de Tino y Sofía, también representados en el mural.
Fruto de ese matrimonio tuvo dos hijos, una de ellas aún vive en la casa familiar. Ambos le recuerdan como una persona metódica, a la que le gustaba mucho la rutina.
Como era habitual en aquella época, compaginó su vida con el trabajo en la fábrica de Cerámicas y las tareas propias de la casería.
Veva fue la última de los cuatro hijos de Consuelo y Manuel.
De niña asistió a la escuela con Dña. Inés, una profesora que daba clases a muchos niños en un local próximo a la farmacia de Posada de Llanera, en la Ctra. de San Cucao.
Allí asistía a clases hasta la hora del recreo; a esa hora la iban a buscar para que fuera a llevar la comida a su padre, a su abuelo y a José Suárez, vecino del Cruce y también representado en el mural, que trabajaban haciendo el campo de aviación. Hoy en día conocido como Aeródromo de La Morgal.
De las miles de vivencias contadas a su familia, recuerdan que de tanto que le pesaba la cesta de la comida, Olivina "de Casa El Dios", siempre la ayuda a acarrearla.
A la edad de veintidós años se casó con Firme.
Tuvo dos hijos y unos partos muy difíciles que superó sin medios médicos, el primero una hija que venía de nalgas y el segundo, un hijo que nació después de un parto de tres días.
Tenía una memoria excepcional para recordar historias "de los de antes" y una inquietud extraordinaria por todo lo relacionado con las labores de aguja y especialmente por el difícil arte de los bolillos.
Aprendió a tejer de niña con las varillas de un paraguas, y sabía miles de puntos que enseñaba a cualquiera que quisiera aprender, siempre con una paciencia y un humor infinitos.
FERMÍN SUÁREZ MARTÍNEZ (1927-2012)
Nació en "Casa Chinta", en Tuernes el Pequeño, parroquia de San Cucao.
Fue el primero de cuatro hermanos.
La guerra la vivió de niño y de ella arrastró algún que otro trauma.
En la escuela de Ablaneda recibió sus primeras lecciones junto con niños de distintas edades y a los catorce años ya comenzó a trabajar en Cerámicas Guisasola.
Allí, por mediación de uno de sus compañeros de trabajo, Ricardo Suárez, conoció a la que sería su futura esposa: Veva de "Casa Xuan", a donde se trasladó a vivir.
Para poder celebrar su boda se vieron en la necesidad de vender un trozo de terreno colindante a la casa, lugar que hoy en día ocupa la antigua vivienda de Tino y Sofía, también representados en el mural.
Fruto de ese matrimonio tuvo dos hijos, una de ellas aún vive en la casa familiar. Ambos le recuerdan como una persona metódica, a la que le gustaba mucho la rutina.
Como era habitual en aquella época, compaginó su vida con el trabajo en la fábrica de Cerámicas y las tareas propias de la casería.